El ser humano por naturaleza busca un modelo al cual imitar. El niño imita a sus padres, el adolescente imita a su artista preferido, el adulto imita a aquel a quien el considera una persona exitosa. Los grandes deportistas se inspiran generalmente en un héroe de su deporte favorito, lo que los lleva a imitar sus acciones para alcanzar sus logros.
El cristiano tiene un modelo al cual imitar, este es Jesucristo. Su sumisión al Padre, su vida de amor y ejemplo nos revela los estándares que un creyente anhela perseguir y eso constituye una meta noble. Pero todo cambia cuando la Biblia menciona que en otro tiempo, no solo estábamos en tinieblas, pero con más profundidad declara que éramos tinieblas. Estar en tinieblas es triste y riesgoso porque no se sabe con que se van a tropezar o hacia donde se dirige, pero ser tinieblas implica que mi influencia personal hacia otros los puso en un corredor que esta ausente de un panorama, les quito la claridad y les puso en una atmosfera oscura en donde la confusión y el error van a ser la constante consecuencia de las acciones. Cuando una luz se enciende hay tranquilidad y calma, se puede ver el panorama con claridad; renace la esperanza porque se puede ver el camino y allí es más fácil sortear los obstáculos que se presenten.

Tu vida tiene la capacidad de influir en los demás de manera que les acerque a Dios o de manera que les aleje. Pablo les escribe a los creyentes de la iglesia de Éfeso con un consejo que se hace necesario en los creyentes de nuestros días; “Ahora son Luz en el Señor, Anden como hijos de Luz”. Así como Moisés influyo en Josué, David en Salomón, Pablo en Timoteo, Elías en Eliseo y Jesús en sus discípulos, tú y yo estamos llamados a influir en aquellos que Dios a puesto a nuestro alrededor.

El mundo esta buscando un modelo a quien imitar y no lo busca en Dios, lo busca en el hombre. Tú puedes ser un modelo para ellos siendo tú un imitador de Dios, Estas dispuesto?