El Poder de Las Palabras

Más yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. (Mateo 12:36-37)

Cuando una persona intenta llegar a un cargo público por medio de elección popular, sus rivales analizan su vida y tratan de encontrar aquellos lunares que permitan afear su apariencia para generar en la gente desconfianza en el candidato. Generalmente, los candidatos se ven atrapados no por malas acciones en su vida pasada sino en la mayoría de los casos en sus palabras y hasta les hacen perder el favoritismo y el entusiasmo a luchar por el objetivo. Como creyentes en Jesucristo y amantes de su palabra tenemos una responsabilidad aun mayor en frente del cielo y la tierra, pues nuestras palabras deben ser una melodía a los oídos de Dios y un sazón que preserva y motiva a los oídos de la gente. Existe una tendencia en el ser humano a desahogar su ira a través de las palabras, sin embargo la Biblia nos advierte “Si se enojan, no pequen; que el enojo no les dure todo el día” (Efesios 4:26) Es normal molestarse por algún motivo y la Palabra de Dios no lo prohíbe, incluso Jesús se molesto cuando vio como la gente convirtió la casa de oración en una vulgar cueva de ladrones, pero jamás pronuncio una mala palabra y desahogo su enojo en ese mismo instante. “El que guarda su boca y sus labios, su alma guarda de angustias” (Proverbios 21:23) Cualquiera que sea la situación y en cada minuto del día recuerda que “ninguna palabra corrompida debe salir de tu boca, sino aquella que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29)

Hoy es un nuevo día y con el una nueva oportunidad de hacer brillar el cielo en la tierra, y como los ángeles fieles a Dios bendecir con tus palabras a todas aquellas personas que Dios ponga en tu camino, usando tu lengua como medicina refrescante para todos, incluidos aquellos que te den razones para estar molesto.

Que como David escribió: “Sean gratos los dichos de tu boca y la meditación de tu corazón delante de Dios Tu Roca y tu Redentor”