Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. (Lucas 10:1)

 El enviar un mensajero con una tarea específica hace que el panorama sea claro para el enviado al tener un objetivo definido y facilita la vida a quienes reciben a los enviados cuando comprenden y aceptan el mensaje.

Estamos convencidos que es un deber absoluto a la vez que un privilegio eminente de la Iglesia, proclamar el Evangelio al mundo. No concebimos que Dios haga su propio trabajo sin instrumentos, sino que como siempre ha empleado medios en la obra de regeneración de este mundo, continuará haciéndolo, y que es necesario que la Iglesia haga su máximo esfuerzo para difundir la verdad dondequiera que pueda llegar a los oídos de algún hombre.

En el libro de los hechos se relata la historia de los primeros creyentes haciendo su esfuerzo de llevar las buenas noticias del evangelio en primer lugar a su propia comunidad y el resultado era alentador: “Y la palabra del Señor se difundía por toda la región.” (Hechos 13:49) Jesús le profetizó a sus discípulos que recibirían poder cuando recibieran al Espíritu Santo y le serian testigos primeramente en su comunidad (Jerusalén) luego en su región (Judea) luego en las ciudades y regiones vecinas (Samaria) y consecuentemente este mensaje llegaría hasta lo ultimo de la tierra. Hoy en día en el siglo 21 aun estamos comisionados a seguir llevando el mismo mensaje inicialmente desde nuestra comunidad y llevarlo hasta el rincón mas apartado.  Estas llevando este mensaje a tu hogar? Lo estas compartiendo en tu comunidad? O prefieres saltar el orden y llevarlo directamente al fin del mundo?